Crónica

Performance, imaginación y denuncia


El grito de Puchuncaví en escena

"Puchuncaví, el humo en el cuerpo" da voz a la lucha contra la contaminación ambiental en esta Zona de Sacrificio. Arte y resistencia se fusionan para visibilizar la lucha incansable de una mujer y su comunidad por un futuro digno. “Puchuncaví confronta al público con la indignación. Y lo hace de manera eficaz”, dice en esta crónica la periodista Alejandra Delgado sobre la performance dirigida por Cristian Alarcón y Blanca Lewin e interpretada por la activista Katta Alonso.

–Se me cierra la garganta. Me pican los ojos. Corro hasta la puerta de la casa. Abro, entro, me desvisto y corro al baño, abro la ducha. Me meto y me quedo un rato abajo del agua. Cuando viene la nube, te guardas. Porque si no, te intoxicas.

Es la voz de la activista ambiental Katta Alonso la que suena, en off. Antes, mientras entrábamos a la sala se escuchaba la naturaleza: el paisaje costero, las olas del mar, las gaviotas, familias en la playa. 

Ahora, solo su voz. 

Su ronquera es impactante. El sonido de su voz cambió debido a una bronquitis obstructiva que se volvió crónica desde que vive en Ventanas, una zona costera que ha soportado la contaminación del aire, mar y tierra durante más de cinco décadas. El texto refleja la lucha constante de la población afectada. 

Es una tarde lluviosa en la ciudad puerto, y a pesar del clima, el teatro del Parque Cultural de Valparaíso está lleno. Tras su exitoso estreno en marzo en el GAM y una gira por Temuco y Concepción, la performance Puchuncaví, el humo en el cuerpo tiene hoy su función de cierre ante 300 personas. 

La pieza guiona la vida y la lucha de Katta Alonso, la activista ambiental y fundadora de la agrupación Mujeres en Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví en Resistencia (Muzosare), que nace en 2015 con el fin de visibilizar la grave crisis ambiental y social de sus comunas. 

Esta producción es parte del proyecto de Periodismo Performático de la revista Anfibia, que promueve la combinación de investigación periodística y arte. Una forma de abordar temas críticos que busca sacar a las personas del estado de negación, según Cristian Alarcón, director de Anfibia, quien junto a la actriz Blanca Lewin, dirige la pieza.

“Todos tenemos ganas de sobrevivir y a veces, para sobrevivir, debemos negar. Cuando hablamos de temas como la contaminación, el cambio climático, como el ecocidio es muy difícil conmover y sacar a las personas, pero es necesario”, enfatiza.

La función está a punto de comentar y conversamos sobre el impacto de la gira: “Además de ser una experiencia de transición entre géneros, Anfibia es también una experiencia trashumante. Nunca antes habíamos logrado hacer una gira y mucho menos por regiones a lo largo de Chile. Aunque es un esfuerzo sobrehumano, y de enfrentar una tormenta terrible en Concepción, la experiencia ha sido un aprendizaje profundo, sensible y transformador para nosotros”.

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En esta performance no hay nada que decodificar: la rabia, el abuso de poder, la impunidad se manifiestan de manera cruda a través de la poesía, visuales, sonidos, y una dramaturgia que a los espectadores nos permite comprender plenamente la gravedad de vivir en una Zona de Sacrificio. 

Los parlamentos de las protagonistas tienen el potencial de descolocarnos: “Las mujeres tenemos abortos espontáneos. Nos enfermamos de cáncer de útero o mama. Tenemos una de las tasas más altas de cáncer en la región. El único hospital de la zona colapsa”, dice Katta.

En el telón se proyecta el perfil de una mujer con la nariz sangrante, y la escena se fusiona con una mosca en un fondo blanco. Mi vecina de butaca solloza. 

Puchuncaví confronta al público con la indignación. Y lo hace de manera eficaz. 
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La obra avanza y en el telón se proyecta el testimonio de Eliana Morales, viuda de un ex empleado de la refinería de cobre ENAMI que falleció de cáncer debido la exposición a metales pesados: “Mi marido cuando se acostaba, yo le ponía sábanas blancas en la cama, en la parte que él dormía, al otro día cuando se levantaba, la sábana estaba verde”. Este fragmento pertenece al cortometraje documental Hombres Verdes (2013) de Juan Luis Tamayo. Estos hombres fueron llamados así por el color de las llagas y ampollas en su piel, al tejido verdoso al interior de sus órganos; causados por la exposición a gases tóxicos y metales; efectos que no han sido respaldados por la justicia. 

La actriz y directora Blanca Lewin, interpretando a una conductora de un show televisivo, le pregunta a Katta en escena: “¿Qué ha pasado con los hombres verdes?” 

“La causa se cerró durante la pandemia”, informa categórica la activista. 

Tanto el documental como esta performance se suman a otras creaciones artísticas regionales que han contribuido a exponer lo que sucede en Puchuncaví, conformando memorias actualizadas de las luchas y las vivencias cotidianas de sus habitantes afectados por la mala calidad de vida. En 2022 debutó Ventanas al aire, una pieza de arte sonoro de la artista Bárbara González compuesta por archivos de registros de paisaje sonoro y testimonios de mujeres de dichas comunas, recopilados durante una década. También lo hizo Manifiesto de una mujer de cobre en la ventana, un monólogo del director teatral y dramaturgo porteño José Antonio Luer que se centra en la problemática ambiental y el ecofeminismo.

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Blanca Lewin en escena describe el entorno de Katta y su deseo de vivir en un lugar idílico que ha sido transformado por la industrialización. Katta declama: "Dolor de cabeza, vómitos, diarrea, desmayos. No sientes las piernas, no sientes los brazos, no puedes respirar". Marina Quinteros, quien interpreta a la activista a los 14 años, continúa describiendo los efectos de la contaminación en la población: “Nos mareamos. Nos sangra la nariz. Nos desmayamos en el recreo. Nos caemos como moscas”.

La lluvia ácida y las nubes de gases tóxicos son una realidad para las más de 50.000 personas que viven en este paisaje dominado por chimeneas, estanques, relaves y faenas. Según un estudio de la fundación Terram, entre 2008 y 2022, se han registrado al menos 20 episodios de intoxicación de diversa gravedad en el "Chernóbil chileno", como lo llamó Greenpeace. A pesar de dos hitos recientes a favor de la población afectada, la situación ambiental no ha experimentado cambios significativos. En 2019, un fallo histórico de la Corte Suprema determinó la creación de un sistema de medición de contaminantes. Y en mayo pasado, Codelco cerró su fundición de cobre en Ventanas, principal responsable de la emisión de dióxido de azufre. Sin embargo, Katta advierte sobre la construcción de dos nuevos proyectos y otros dos en evaluación, incluyendo una planta de producción de hidrógeno verde, que aunque suena sostenible y ambientalista, representa un peligro, dice.

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La puesta chilena incluye a 12 performers locales que se suman al escenario en la última escena. Vestidas de negro, lanzan un enérgico grito en coro: "¡Denunciamos!". Katta declama: "El tiempo se nos acaba, no podemos naturalizar la existencia de Zonas de Sacrificio. Queremos construir una sociedad más justa, donde la naturaleza sea el tema central en nuestras vidas. Queremos niños y niñas sanos, aire puro, tierra fértil y agua limpia. Queremos un aire puro, queremos poder respirar". Junto a Marina, corean: "Somos el fuego que mantiene viva la resistencia". Al final, todas exclaman: "¡Somos el fuego contra el fuego!". Las luces se apagan, y el público aplaude con entusiasmo. Nadie quiere irse del teatro, y el elenco se sienta en el suelo para un espontáneo conversatorio posterior a la función.

Si hubiera una sola, la gran virtud de esta pieza es que conmociona. “Lo que percibimos es el síntoma que produce un abrazo, una búsqueda de resiliencia después de la sensación de terrible derrota y de futuro aciago que han experimentado muchos chilenos y chilenas después del fracaso del Apruebo”, dice Cristian Alarcón. “En términos de lo que significa construir una red afectivo política, este tipo de experiencias renuevan las energías de quienes la ven, incita a la organización. Conmueve no para llorar. Conmueve para la movilización, para la acción, para la creación. Deja a las personas en un estado de sensibilidad tal que pueden volver a conectar con la inquietud propia y con la inquietud del que tienen al lado”. 

Una espectadora argentina toma el micrófono para agradecer y felicitar a las actrices por su valentía al denunciar hechos aberrantes en manos del Estado. Además, plantea una cuestión crucial: ¿por qué se ha normalizado en Chile la presencia de Zonas de Sacrificio? Una residente de Catemu comparte cómo su territorio se ve afectado por problemas similares, mientras que un vecino de Concón describe la transformación de su pueblo, pasando de ser una caleta de pescadores a una ciudad densamente poblada debido a lo que él denomina la peor contaminación: la “invasión inmobiliaria”.

"¿Quién es el principal enemigo? ¿A quién debemos responsabilizar?", pregunta otra espectadora en la improvisada asamblea popular. Katta responde: "El principal enemigo es el sistema neoliberal en el que estamos inmersos, donde prevalece el dinero por encima de la salud y el bienestar de las personas".

Tras participar en esta experiencia escénica, Pamela Contreras, activista ambiental y defensora de semillas en Casablanca, comparte su experiencia. Confiesa que desconocía la obra, pero al enterarse de la convocatoria, sintió la necesidad de formar parte de ella. "A menudo, evitamos mostrarnos debido al temor a la represión en temas ambientales, pero sentí la obligación de estar aquí, ya que en Casablanca no queremos convertirnos en una zona de sacrificio, y luchamos por ello", dice. "Me sentí emocionada al unirme a este grupo tan diverso de mujeres. Desde el momento en que entramos, me sentí acogida. Las horas de ensayo fueron intensas, y representar lo que estas mujeres están experimentando fue impactante". 

Algunas personas esperan para saludar a las actrices. Me uno al grupo y le pregunto a Katta sobre su futuro en Ventana y si planea seguir viviendo allí.

– Tengo la indicación médica de que necesito mudarme.

–¿Qué significa este cambio para ti?

– Es un cambio muy impactante porque Ventana es mi territorio, es lo que realmente deseo, pero me mudaré cerca, a Viña del Mar, para poder seguir manteniendo mi conexión con el lugar.

Fotos: Pablo Alarcón