Crónica

Fernando Pairican entrevista a Elisa Loncon


Nos faltó la construcción social

El historiador invita a la lamgen a hacer una autocrítica del primer proceso constituyente. Faltó estrategia de werken, dice ella, de usar la lengua del otro para llevar el mensaje a los territorios. Aunque siempre, defiende, respondió a la violencia del rechazo con el lenguaje del amor, eso no fue suficiente. Hoy, advierte que el nuevo proceso constituyente demuestra el desplazamiento de los pueblos originarios. E insiste: “los pueblos indígenas seguimos siendo naciones aunque le duela a la élite”.

-Llegaron los hombres y se tomaron el poder una vez más. Hombres designados que se harán cargo de una democracia deshonesta.

La lamgen Loncon está en las oficinas de Penguin Random House en Santiago presentando su autobiografía, “Txayenko, eco de la cascada”, pocos meses después de “Azmapu - aportes de la filosofía mapuche para el cuidado del lof y la madre tierra”. Aquí conversamos. Siente que el proceso constituyente actual expresa un retroceso de lo avanzando y construido por la ciudadanía que aspiró a un país plural con una perspectiva de género. 

Democracia deshonesta es el título de uno de los últimos capítulos de Txayenko, dentro del cual relata una de las variables que a su juicio incrementaron el rechazo en la ciudadanía en el plebiscito de salida: las noticias falsas. “La campaña contra la Convención partió desde adentro y no se realizó solo a través de cuentas falsas y de lo que los expertos llaman ‘cámara de eco’, participaron senadores, diputados, periodistas, incluso convencionales de derecha”, dice en su libro.  

Para Loncon, los constituyentes adversos a los derechos indígenas usaron distintos tipos de violencia, que cruzaron desde la verbal hasta la epistémica, al decir que los pueblos indígenas, a través de la Plurinacionalidad, quisieron dividir al país. En su óptica, a pesar del rechazo de la propuesta constitucional, “los pueblos indígenas seguimos siendo naciones. Si un niño habla su lengua, nace hablando su lengua, sociológicamente ¿qué es esto? Una nación”, me comenta. Lo reafirma en su libro: “somos nación, aunque le duela a la élite”. 

El nuevo proceso constituyente, advierte, demuestra el desplazamiento de los pueblos originarios. 

-Sólo son no indígenas los expertos, militantes de partidos y principalmente hombres. ¿Acaso los indígenas no estamos preparados? Demostramos que estamos capacitados para decidir en la primera Convención, pero nos están dejando de lado sólo por ser indígenas y abrazar la Plurinacionalidad. Es una política más del Apartheid. 

Sin duda eso es una exageración el concepto de Apartehid. Esta política para la exclusión basada en el racismo institucionalizado en Sudáfrica como política de Estado -lo que significó encarcelamientos y muertes- pero es usada por Loncon para graficar la exclusión que sufrimos, como una práctica habitual, en las decisiones políticas de los pueblos originarios al interior de la República de Chile. Porque como bien da cuenta en Txayenko, la militancia en el movimiento autonomista mapuche que se formó primero en los Centros Culturales Mapuche y luego Ad Mapu, tiene sus antecedentes en el desarrollo de la Reforma Agraria y Contrarreforma que significó la vulneración a los Derechos Humanos en el pueblo mapuche. Esta dimensión influye en las desconfianzas que persisten en relación con este sector político, pese a los intentos de renovación de los militantes de Evópoli, que han mostrado una tímida inclinación a favor de los derechos de los pueblos originarios. 

A pesar de la falta de abundancia material en los campos mapuche durante el siglo XX, sea por la usurpación de tierra, la ausencia de abono para la producción agraria o los engaños en los mercados de las principales ciudades, la niñez mapuche tiende a recordarla de una manera amable si se logran llevar a la práctica los principios del Az Mapu, lo que la lamgen llama filosofía mapuche. 

Elisa Loncon recuerda las luciérnagas que alumbran las noches como racimos de luz, y a las ranas que vivían en el humedal y que cantaban en invierno. También recuerda cómo su madre le enseñó los cantos, y su abuela las particularidades de la naturaleza. 

-Nuestra comunidad tenía esas fuerzas. 

Y otras fuerzas también: “Elisa por mi abuela Elisa Huaiquimil Queupu. Los Queupu fueron kona (guerreros), aliados de Kallfükurra de Argentina”. En la tradición mapuche, esa herencia se vincula a que la persona que nace portará el conocimiento, formas y visiones de sus antepasados, a través de lo cual se perpetúa la historia, memoria y se une el pasado con el presente permitiendo configurar la identidad como pueblo.

Estas historias se confrontaban con las relacionadas al despojo de las tierras y las que a la vez se vinculaban a la historia de la Ocupación de La Araucanía en la voz de Segundo Merileo. Este epewtufe de la comunidad que recordaba a las jóvenes la resistencia de sus antepasados -en este caso, el Longko Logkomil, que luchó junto al Toqui Kilapan desde 1868 a 1881. 

Ese peso histórico influyó en la fundación de Aukin Wallmapu Ngulam, en la década de los 90’ en la que Elisa Loncon fue electa como werken internacional. Un camino que, de cierta forma, predecía su identidad conectada y sus distintos viajes. 

Primero por el movimiento mapuche.

Después como académica.

Ahora como expresidenta de la Convención. 

El recorrido por distintos países le ha permitido conocer una variada experiencia de movimientos políticos indígenas, pero también relacionarse con las dirigencias internacionales, en una arista poco explorada o aceptada por quienes son críticos a los derechos colectivos.

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La conectividad global se da en todos los niveles. El movimiento mapuche se ha conectado con sus pares en América Latina y algunos casos europeos, y el caso de Elisa Loncon no ha sido distinto. 

Temas como la autodeterminación, la autonomía, la interculturalidad y los derechos lingüísticos han influido en la revitalización de la democracia en Latinoamérica. 

-La autonomía es la mejor herramienta de la cual dispone el ser humano para poder crecer como pueblo e incluso individual. 

Refuerza su horizonte a partir del mapuzungun y la incansable lucha por revitalizar el idioma mapuche que se ha ido perdiendo por ausencia de Autonomía. Se explaya: “los jóvenes mapuches incluso cuyos padres perdieron su idioma por cuestiones de autonomía han recuperado y hemos formado neo-hablantes. Ellos han decidido aprender y han buscado las instancias y luego enseñar”. Lo vincula a su memoria de cuando falleció su abuela Elisa. El desgarro fue de tal magnitud que ella misma dejó de hablar mapuzungun.  Su padre le respondía diciéndole “campaña nomás hija”, que significaba seguir adelante y que todo era transitorio. 

-Veníamos con esa conciencia de lucha de nuestras familias. 

Y reafirma esa misma convicción ante el futuro mientras conversamos: “tenemos que seguir adelante lamgen porque todo es transitorio. 

-Con esos valores tan arraigados en el pueblo mapuche, ¿cómo se puede explicar la derrota del proceso constituyente donde el mundo indígena sufragó de manera crítica a los mismos derechos colectivos? 

-No se respetó el norüm que es acordar. El significado de ello es poner cada cosa en su lugar, ordenada y cuando uno se junta a conversar con la gente hace un norüm, deja las cosas ordenadas, eso es lo correcto y es lo que hay que fijar y continuar. Pero hay gente que llega al norüm y después anda con sus intenciones particulares. 

Rememora los acuerdos que se tomaron en Koz Koz en febrero de 2021. 

Meses después, los encuentros en Temuco en la sede de la organización Identidad Territorial Lafkenche y finalmente en la casa de la Machi Fransica Linconao, en todos ellos, se fueron tomando decisiones para llegar como una sola voz a la Convención. Entre los distintos acuerdos, Loncon fue electa como la candidata mapuche para presidir la Convención Constitucional y presentarla a las otras fuerzas políticas. 

-Nosotros llegamos bastante ya con una historia compartida, y en realidad no teníamos razón de estar divididos porque teníamos y compartíamos una lucha indígena a nivel internacional. Pero ahí hubo inmadurez política que afectaron las relaciones entre los mismos constituyentes. 

¿Eso parece una contradicción entre el discurso del movimiento y la misma práctica de algunos o algunas convencionales mapuche? Explica desde un análisis teórico y político: “los aparatos ideológicos del Estado son coloniales. ¿Y cuáles son lamgen esos aparatos ideológicos? Las escuelas sin una política de interculturalidad crítica, las Iglesias Evangélicas y los medios de comunicación que desinformaron”. Rememora en ese momento su militancia política en Aukin Wallmapu Ngulam y la relevancia de esa organización para la historia mapuche: “fue tan importante en la recuperación de las historias, la lengua, la autoridad originaria, la Autonomía y darle orgullo a los mapuche como pueblo. Todo lo que ha construido el pueblo mapuche, en cuanto a su saber, a su sabiduría, pero sigue siendo una cuestión fundamental: la descolonización”. 

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¿Qué posibilidades hay en el nuevo proceso constituyente? 

Para Elisa Loncon, que se desarrolle una democracia sin sustento en derechos colectivos para los pueblos originarios. 

-El primer proceso constituyente instaló una posibilidad de que Chile resolviera y pusiera a la altura de las exigencias y de las demandas sociales, culturales, políticas del siglo XXI y lo diseñaron con acuerdos políticos. Esa experiencia demostró que los pueblos originarios sí son capaces de establecer acuerdos con otras fuerzas políticas si se construyen a partir de la verdad y honestidad. 

Ve con recelos a los intelectuales mapuche y actuales candidatos a convencionales que no sean capaz de decir: “mira, la Plurinacionalidad no le quita derechos a los derechos sociales, no se puede hacer Plurinacionalidad sin paridad, no se puede hacer Plurinacionalidad sin descentralización o regionalización”. 

-Los lamgenes (hermanos) tampoco han valorado lo avanzado ni rescatan lo construido en el primer proceso. No hacerlo es negar la historia. La Historia como pueblo tenemos que ser quienes la valoremos, es el punto de partida para todos nosotros y ningún mapuche puede negar el proceso constituyente, porque no es un proceso que nació con nosotros, viene de toda la historia de diálogo, de lucha por los derechos, toda la vida hemos defendido los derechos territoriales, toda la vida hemos defendido la Autonomía y la perpetuación de nuestras lenguas. 

En su opinión, la decisión de los candidatos de no prolongar lo construido por el primer proceso y los bordes creados por la comisión de expertos es la reconfiguración “de lo colonial de lo cual no somos capaces de salir. Eso nos hace daño”. 

-¿Qué hicimos mal en la Convención como mapuche? 

-La prevalencia de intereses personales. No logramos desarrollar una visión colectiva y eso afectó los acuerdos que nosotros mismos fuimos tomando en base al norüm. Pero también necesitábamos una sociedad civil más organizada, no podíamos ser nosotros los que estuviéramos organizando la política territorial mientras definíamos las normas en el interior. Faltó fuerza territorial de los propios mapuche, los que compartieron los acuerdos con el proceso constituyente que hicieran el trabajo territorial y que concluyó con nuestra soledad al interior. Nos dejaron solos, pues.

-Cuando fuimos al trabajo territorial la mentira ya estaba instalada. Nos faltó la estrategia de werken. Es decir, usar la lengua del otro para realmente llevar el mensaje a los territorios y eso, los mapuche lo necesitamos desarrollar: una estrategia del werken, con la lengua de los otros para que nuestra gente o la de los otros y nuestra propia gente pueda entender que no somos unos enemigos para que después ellos terminen diciendo ‘mira votamos rechazo’. 

Recuerda con tristeza que mucha gente mapuche le señalaba la división que traería la propuesta constitucional. 

Con el paso de los meses, plantea la ausencia de una estrategia comunicacional y un movimiento social organizado. “A todos nos faltó: no sólo a los mapuche.  A todos y por eso pienso que nos falta una construcción social”.

La forma de desarrollarse como presidenta y contribuir a sanar a Chile de una de sus principales heridas coloniales (el racismo) era activando la no violencia. En uno de sus discursos en la Convención, Loncon lo denominó poyewün, el amor y la base para entendernos, comprendernos y escucharnos. Recordando la “ternura” de las palabras de Elicura Chihuailaf, la postura de Loncon fue no instar a la violencia y responder a la violencia del rechazo con el lenguaje del amor. 

Uno de los capítulos de su autobiografía se denomina “esperanza, decepción” que hace alusión a la campaña de tergiversar las demandas indígenas y que le permite ahondar sobre otra de las variables de la derrota del proceso constituyente. 

-Mientras nosotros trabajábamos y defendíamos las posturas, mucha gente indígena que incluso estaba a favor del proceso permeancia sentada, mirando como espectador. No hicieron trabajo territorial”. A ello suma la misma actitud patriarcal de los dirigentes masculinos del movimiento: “las posturas radicales de hombres líderes mapuche que, aprovechándose de los ataques de la derecha, se unieron al rechazo, demostrando a los convencionales y desconociendo los protocolos políticos culturales en los pueblos. Nos atacaron sin fundamentos y transmitiendo muy bien el discurso de odio y las mentiras, tal cual lo agendaron la derecha, el colonialismo y el patriarcado.

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Para Elisa Loncon, los pueblos indígenas son el 10% de la población chilena y la demanda obtuvo un 38% de apoyo. 

“¿Hay racismo en Chile, lamgen?”, le preguntó. Me responde que lo hay, pero no todos los chilenos son de ese modo. “Hay algunos solidarios que son abiertos de mente, que comprenden la lucha de los derechos que tienen los pueblos indígenas”.

-¿Se debe abandonar la Plurinacionalidad?

-No, pero es importante destacar que la Plurinacionalidad, no significaba ni significa la división de Chile. Yo no tengo odio a Chile, para nada. Mi trabajo como profesora me ha significado educar a estudiantes chilenos, mis vecinos son chilenos, las personas con las que tomo la locomoción colectiva son chilenos. El tema no es contra los chilenos, sino una unidad con ellos partiendo de la distribución del poder. De eso se trata. Por eso habló de una democracia deshonesta porque se amparó en mentiras y la pregunta es ¿hasta cuándo vamos a ser capaces de sustentar, como parte de la democracia, esta campaña de mentiras? Por eso es deshonesta, porque la democracia debiera superar esa forma de sustentar el poder en cuestiones que no tiene asidero y que se derrumbaran en el tiempo.

“Intentamos constitucionalizar los derechos de la naturaleza y los bienes comunes, intentamos escribir una nueva Constitución asumiendo que estamos en una crisis climática que exige reducir la contaminación y las emisiones de carbono”, dice en uno de sus libros. En otro, insiste en que la tierra está muriendo y en la filosofía de los pueblos originarios existen herramientas que permiten contribuir a su persistencia. No es algo que aprendió en la academia, sino en su niñez, las historias de sus antepasados transmitidas por distintas generaciones. Tal vez de eso trató la resistencia mapuche a la Ocupación de La Araucanía, ir a combatir sabiendo que las posibilidades de ser derrotados eran mayores, pero que, permitirían que algunas semillas del pensamiento mapuche lograran persistir sembrándose nuevamente para las futuras generaciones. 

Hoy, ve de forma crítica que no se hablé de Plurinacionalidad por parte de los dos nuevos candidatos al proceso constituyente. A lo que se suman los bordes instalados por los expertos. 

-La historia no se pude negar, pues lamgen. La historia, nosotros como pueblo tenemos que ser quienes valoremos y reconozcamos nuestra propia historia. Ese es el punto de partida para todos nosotros y ningún mapuche puede negar el proceso constituyente, porque no es un proceso que nació con nosotros, viene de toda la historia de diálogo, de lucha por los derechos y por quienes han defendido el territorio. Llegado el actual momento señalan ‘fue el trabajo de esos convencionales’, esa es una mirada súper colonial, si no somos capaces de salir de la mirada colonial que nos hace daño, será aún más difícil poder avanzar como pueblo.

-¿Cuáles creen que son nuestros horizontes como movimiento? ¿Cómo lo proyecta?

-Hay que volver a conversar, observar lo que sucede en la Tierra en nuestro entorno como los terribles incendios del verano y la ausencia de lluvia. Hace unos días me comentaron que una Machi lloraba al hacer una ceremonia durante dos días por el dolor que siente al ver quemarse la biodiversidad. Se quemó la fuerza de la medicina mapuche con los incendia. Las hierbas para sanar las enfermedades. ¿Cómo vamos a restablecer nuestra vida? Es fundamental avanzar en la creación de una institucionalidad mapuche, tenemos las condiciones, tenemos la gente preparada, estudiosos y estudiosas. Hay que volver a plantear la Universidad Mapuche, “yo me imaginaba una recuperación de doscientas hectáreas de tierra. Imagínese donde podamos recuperar humedales, montañas, tener espacios ceremoniales y al mismo tiempo investigación humanista.

Los mapuche no somos un accidente en el universo, defiende. Somos una red que integra la energía de la naturaleza e incide en el che, la persona, logrando crear un equilibrio entre lo material y espiritual. 

Nombra la experiencia de Australia que los indígenas han desarrollado enfoques para responder a problemas como los incendios, la academia maya que avanza en la consolidación de la epistemología propia o bien la comunitaria impulsada por Silvia Rivera Cusicanqui. Todas dan cuenta de que es posible, “¿cuánto nos vamos a demorar para eso?”, se pregunta.