Máximo Pávez


El súper gremialista

Usó barba, pero ya no. Fue durante un tiempo muy acotado en 2021. Porque como la mayoría de los políticos de la UDI, Máximo Pavez no ostenta pelos en el rostro. 

Tiene relación con ese mundo desde que era estudiante de Derecho en la Universidad Católica, donde militó en las huestes del gremialismo y llegó a ser líder estudiantil: presidente del centro de alumnos de su carrera y secretario general de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) en 2007, cargo que recibió de Pablo Vidal, ex diputado de Revolución Democrática. En el 2012 fue concejal por Conchalí, comuna en la que nació y vivió antes de migrar con su familia a Lampa y estudiar en el colegio de esa zona. Fue concejal hasta el 2016.  

Desde que salió de la universidad -en la cual cursó también un Master en Derecho- ha estado ligado a la Fundación Jaime Guzman (FDJ), organización que asegura tener la misión formar jóvenes con inspiración cristiana para transformar Chile en una sociedad libre. Una fundación que lleva el nombre de quien fue el principal ideólogo de la constitución de Pinochet. En ella, Pavez comenzó como asesor parlamentario y llegó a ser director legislativo. Expuso en comisiones el Congreso; se recuerda su alocución en temas de identidad de género, al que calificó de defectuoso por la falta de exigencia de criterios objetivos para cambiarse de sexo. 

Pavez, como disciplinado gremialista, nunca se sale de esa ruta.

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Escribe columnas de opinión. Sobre contingencia, como el proceso constitucional; o la promesa de la gratuidad de Michelle Bachelet. 

Fue uno de los redactores del programa del segundo gobierno de Sebastián Piñera y participó en el equipo que veía los temas constitucionales. En 2018 fue llamado a liderar la División de Relaciones Políticas e Institucionales en la Secretaría General de la Presidencia. Desde ahí vio pasar un desfile de ministros: Gonzalo Blumel,  Felipe Ward, Claudio Alvarado, Cristian Monckeberg y Juan José Ossa. Con este último, de quien es cercano, Pavez fue nombrado subsecretario. “Los ministros pasan, Pavez se queda” es lo que se rumoreaba entre pasillos en cada nuevo nombramiento. 

Un dato desordenado, de los pocos que se encuentran en su bitácora: dicen que imita a Pedro Carcuro para darle emoción a momentos dramáticos en el trabajo.

El subsecretario Pavez tuvo que defender las propuestas de campaña realizadas por Sebastián Piñera. Lo hacía junto al ministro Ossa. La misma dupla hoy se replica como presidentes de dos de las tres subcomisiones acordadas.

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Pavez, como subsecretario, fue clave en la instalación de la Convención Constitucional. Fue un período no exento de escollos domésticos para el trabajo remoto y presencial de los 155 convencionales en tiempos de Covid. Probó micrófonos, cámaras y recorrió el lugar. Llamó a la calma y a no ponerse ansiosos, comentó que tenían un problema con el proveedor y por eso la intermitencia en la entrega de servicios. 

Hoy, casi dos años después, confiesa que este segundo proceso constitucional es una buena noticia: es, a su juicio, un proceso mixto, democrático e institucional, breve, sin hoja en blanco y con participación incidente de expertos. “La centro derecha cumplió”, dijo en su cuenta de twitter. Preside la subcomisión de Principios, derechos civiles y políticos. 

“Sin ellos, no es posible que nos una esta casa en común”, explica desde los jardines del ex Congreso, refiriéndose a los deberes constitucionales como exigencia para tener derechos.

En sus intervenciones en la comisión, se ha referido a los partidos políticos. “Me parece que es un avance constitucional que va, en mi modestísima opinión, marcando un carácter que esta constitución va a tener que es el fortalecimiento de una democracia basada en partidos políticos, una democracia institucional. Es algo que en la constitución vigente no está tan clara, que en la anteriores por supuesto, mucho menos. Por tanto me parece que constitucionalmente es muy interesante”.

Hace un par de meses terminó de leer Después del muro, de Kristina Spohr. Publicado en 2021, el libro trata sobre las implicancias políticas y aprendizajes después del fin de la guerra fría. Se lo recomendó a Gonzalo Müller, académico de la UDD y analista político que se pasea frecuentemente por programas de debate político. La lección principal del libro es cómo llegar a acuerdo después de las polarizaciones, siempre bajo una mirada desde las derechas en el mundo.