Ensayo

Conservadurismo, historia y nuevos partidos


La ultraderecha siempre estuvo aquí

Pareciera que Chile cruzó de izquierda a derecha en un breve pestañear. En casi un año y medio, el país pasó de elegir a un Presidente de Convergencia Social, a entregar la mayoría del Consejo Constitucional al Partido Republicano. Pero la presidencial fue con voto voluntario, mientras que el Consejo con voto obligatorio. ¿Cómo es, entonces, Chile? ¿Cómo se mueven los electores? O es un voto coyuntural, o el elector de la derecha estaba escondido detrás del voto voluntario. O ambas.

“Ultraderecha. Compra la Iglesia. Vende el Estado (...) Defiende el derecho a la libertad (...) ¿Defensores del? ¡Libre mercado!”.  Tiene un ritmo pegajoso y bailable. Es la letra de “Ultraderecha”, una canción lanzada hace 20 años por Los Prisioneros. 

Por ese entonces, ese tipo de derecha estaba en el Congreso con figuras como José Antonio Kast en la Unión Demócrata Independiente (UDI), fundada por Jaime Guzmán, el ideólogo de la Constitución actual. También estaba Renovación Nacional (RN), cuyo presidente por entonces era Sebastián Piñera. Eran partidos conservadores en lo moral, y muy amigos del libre mercado. Pero electoralmente no les iba bien, así que decidieron moderarse.

“Ahí las figuras claves fueron Joaquín Lavín (UDI) y luego Sebastián Piñera (RN). Ese intento de moderación programática fue muy exitoso”, dice Cristóbal Rovira, director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la UDP. Lo fue: lograron conquistar el Poder Ejecutivo dos veces desde el regreso a la democracia. 

Stéphanie Alenda, Directora de Investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, considera que RN y la UDI no eran la ultraderecha realmente si se compara con la tendencia global.  Prefiere hablar de derecha liberal-conservadora: “En el caso de Renovación Nacional, se acuña la noción de centro-derecha o de una derecha liberal, mejor dicho. La idea era construir un partido que tomara distancia del régimen militar”. La UDI, agrega, demoró un poco más en dar el giro programático, más hacia los años 90. 

Al Partido Republicano (PR), Alenda hace un comentario aparte. Sí es de ultraderecha, algo que quedó en evidencia recientemente, cuando Luis Silva habló del dictador Pinochet como si fuera un “estadista”. 

Durante ese camino a la moderación para poder mejorar su desempeño electoral, Kast renunció a la UDI en 2016. En 2017 fue candidato presidencial independiente, no le fue bien, pero fue acumulando adeptos y en 2019 inscribió el Partido Republicano en el Servel. Ocupó ese terreno que su ex partido y RN dejaron abandonado pero aún con tierra fértil.

Y hoy el PR es el partido icónico y la referencia para enarbolar la mano dura contra la delincuencia; el orden frente a los migrantes sin documentos; son ellos quienes levantan con más vehemencia las propuestas anti aborto y quienes defienden el concepto de patria. Creer en Dios está en su declaración de principios, así como promover una sociedad donde la familia es lo nuclear. 

Sus votantes, al parecer, estaban descansando detrás del voto voluntario. O despertaron a raíz de la coyuntura. O están enojados con el gobierno actual.

O todas las anteriores.

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El 7 de abril comenzaron a emitirse las franjas televisivas de la campaña para elegir a los integrantes del Consejo Constitucional. El Partido Republicano dejó claro y reforzó su discurso que ya venía instalando hace unos años. Su primer video televisado comienza con archivos de buses incendiados, la iglesia de la Asunción en llamas durante una protesta, personas atacando vehículos de Carabineros, y una toma de Rodrigo Rojas Vade.

“Nos hicieron una revolución, nos quisieron refundar, y por eso rechazamos”. “Comenzaremos a reconstruir nuestro país y su esperanza. Recuperar el orden y la paz, respetar nuestras tradiciones y nuestros símbolos (...) Reunir a Chile en un solo equipo para progresar en paz y seguridad, dice la voz en off.

“Chile tiene un problema: la delincuencia”, sigue, junto a videos de portonazos, asaltos y encerronas. Luego sentencia: “Mientras ves este video alguna persona en el país está siendo víctima de un delito”.

Un nuevo texto constitucional no trae la receta para que, mientras vemos dichos videos, una persona deje de ser víctima de un delito. 

Ese relato del PR, concentrado más en la pauta noticiosa que en el contenido constitucional, funcionó muy bien. Sus votantes no obviaron el contexto, y posiblemente extrañaban a algún representante del orden y de la seguridad. 

Al Partido Republicano (PR), Alenda hace un comentario aparte. Sí es de ultraderecha, algo que quedó en evidencia recientemente, cuando Luis Silva habló del dictador Pinochet como si fuera un “estadista”. 

Este partido joven tuvo éxito en todo Chile. Ya no existen regiones o zonas particulares donde el oficialismo deba concentrar sus esfuerzos en las próximas elecciones. Ahora se trata del país completo: De las 14 regiones del territorio, la derecha (Republicanos y el pacto entre la UDI, RN y Evópoli) ganó en 12. En las dos restantes, empataron con el oficialismo. Solo en una, no salió electo ningún republicano.

Dentro del Consejo Constitucional el PR puede moverse a sus anchas, ya que obtuvo la mayoría absoluta y tiene el poder del veto. Si así lo quisieran, podrían cerrarse a negociar o buscar acuerdos. No por nada uno de sus consejeros electos, Luis Silva, dijo en una entrevista del 13 de mayo: “O sea, cuando nos hablan ahora de la necesidad de llegar a acuerdos, ¿por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?”. Luego se retractó. 

Pareciera que en casi un año y medio la población cambió rotundamente de vereda política, pero en realidad son escenarios difíciles de comparar y no es tan simple como cruzar la calle. Académicos consultados por Anfibia apuntan a dos factores: la contingencia y descontento con el gobierno; así como un votante conservador que, quizás, estaba descansando en el voto voluntario.

“Se asume que alguien que votaba antes por la izquierda, pasa ahora a votar por la derecha. Esa tesis es falsa”, explica Rovira, también investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social.  Enfatiza en que fueron el voto obligatorio y la crisis de la derecha convencional (UDI y RN), los principales factores que llevaron al triunfo del PR el 7 de mayo.

Igualmente, no mira en menos la coyuntura en absoluto. Asegura que Kast, en representación de los republicanos, actuó como el personaje preciso en el momento correcto - “the right guy, in the right moment”, dice. 

“Tenemos un gobierno con mala evaluación, tenemos alta inflación, una crisis de seguridad, temas de inmigración todo el día. ¿Y quién es la persona que viene hace rato enfatizando en eso? José Antonio Kast”.  Con todo, Rovira considera que el PR arrastró a todos sus electores convencidos, y a otros en forma de voto de protesta. 

Stéphanie Alenda, editora del libro “Anatomía de la derecha chilena”, también ve este escenario con cautela. En primer lugar advierte que esta es una elección particular, donde se escogió a un órgano transitorio: “Sería muy prematuro calificar estos comicios como una elección crítica, vale decir, que hay un re-baraje profundo de las fuerzas políticas. No es una elección municipal, parlamentaria ni presidencial. Es más bien una expresión del sentir de la ciudadanía con el que logra canalizar el líder del PR”.

Uno de esos problemas, como se vio en su franja, sería la seguridad pública. Pero también mostraron otras imágenes: algo genérico como re impulsar la economía; o más ilustrativo, como re construir la Plaza Italia -todo con “re”, de republicano-.  En plena campaña, además, los parlamentarios del partido entregaron una propuesta  llamada  “Cero Ilegales” , relativa a los migrantes. 

Delincuencia y migración, fueron instalados, entre otros, como problemas transversales y urgentes de resolver, aún cuando el Gobierno estuviese tomando medidas al respecto- la ley “antinarco”, el Plan Calles sin Violencia, las gestiones diplomáticas para trasladar migrantes varados en la frontera norte, el respaldo y protección a las policías, entre otras.

Rovira considera que son agendas transversales, pero la clave es que los republicanos llegaron primero a quejarse. “Vienen levantando esas banderas hace mucho tiempo, desde hace años, y de pronto todos los otros partidos se ponen a hablar de lo mismo”.

Para la cientista política Julieta Suárez, la fijación del voto sobre la agenda coyuntural demuestra también una desafección por el proceso constituyente, y que los votantes tienen necesidades más urgentes: “El PR quiso sintonizar con las preocupaciones actuales de la gente, que no son preocupaciones constitucionales, como es la seguridad y en algunas regiones de Chile, la migración. Una esperaría que eso hubiese tenido más peso en una elección parlamentaria o municipal. Esto demuestra que la ciudadanía no estaba con los ojos puestos en el proceso constitucional, y que tiene necesidades que son más apremiantes”.

Suárez también traduce lo anterior como una necesidad de un “nuevo pacto social”, de hecho, que considere estas nuevas urgencias.

Pareciera que en casi un año y medio la población cambió rotundamente de vereda política, pero en realidad son escenarios difíciles de comparar y no es tan simple como cruzar la calle. Académicos consultados por Anfibia apuntan a dos factores: la contingencia y descontento con el gobierno; así como un votante conservador que, quizás, estaba descansando en el voto voluntario.

¿Estas coyunturas hicieron que los chilenos se volvieran más cercanos a la derecha radical o conservadora? ¿Los Prisioneros tendrían que dedicar su canción a todos los que buscan mano dura contra la delincuencia?

Alenda dice que el resultado del 7 de mayo no se puede interpretar como “un apoyo irrestricto al proyecto ultraderechista. Hay encuestas posteriores al voto que indican que los electores son bastante moderados sobre otros temas. Por ejemplo, dicen que los consejeros del PR deben dialogar con el oficialismo, la gente quiere una nueva constitución, la gente quiere un diálogo entre oficialismo y oposición”.

Tal cual. La encuesta Plaza Pública publicada el 10 de mayo, muestra que el 31% votó por su respectivo candidato por la “Mano dura a la delincuencia, narcotráfico, inmigración, orden público”. El segundo motivo, con un 26% de las respuestas, fue “Tener una nueva constitución con la que pueda estar de acuerdo”.

Paralelamente, un 61% está de acuerdo con que se respeten las 12 bases pactadas en el Congreso para este proceso constitucional 2.0; así como otro 61% también cree que el PR “trabajará para que el proceso funcione de buena manera”. 

Rovira señala que se desconoce cuántos de los votantes del PR fueron adherentes duros del programa, y cuántos lo hicieron para protestar contra el gobierno. Sin embargo, sí está seguro de que el electorado republicano no va a desaparecer: “La gran incógnita es si puede crecer”. 

También está seguro de que el apoyo a los republicanos no es un fenómeno exclusivamente coyuntural, y que viene pujando antes de estas elecciones. En enero de 2023 se publicó el estudio “Apoyo y rechazo a la ultraderecha en Chile”, coordinado por él. Allí, un 18,1% de las personas que participaron de los grupos de discusión fueron categorizados como seguidores de la ultraderecha o “pro-Kast”. Entre ellos, los conceptos de familia, patria y seguridad se repitieron constantemente. 

¿Jorge González habría escrito “Ultraderecha” con la misma letra, hoy? ¿A quiénes se las dedicaría? Sin duda, Kast y sus amigos han hecho todas las jugadas correctas, por ahora, para quedarse con el título. La UDI, su antiguo partido, y RN, están por verse. O continúan solos, o se acercan a los ganadores.