¿Preferimos la desigualdad?

los límites del progresismo

¿Cuánto ganan los empleados mejor pagos en nuestro país, los altos ejecutivos, gerentes de empresas transnacionales, los Chief Executive Officer (CEO)?

El CEO de una empresa multinacional en la Argentina gana, en promedio, 1.339.000 mil dólares anuales (111.583 dólares mensuales). Un poco menos que un ejecutivo en Brasil, más que en Canadá, mucho menos que otro en Inglaterra o en Estados Unidos.

¿Es demasiado? ¿Hay que hacer algo? Algunos creen que no.

“En una sociedad de mercado, las desigualdades sociales y económicas son una consecuencia esperable y deseable del ejercicio de la libertad y de la competencia en el mercado entre individuos desiguales", decía Hayek, teórico del libre mercado.

Hoy lo repiten sus adalides criollos y despeinados libertarios.

Hoy lo repiten sus adalides criollos y despeinados libertarios.

Hayek cree que la pasión por la igualdad es una forma de envidia. Este sentimiento disfraza sus demandas de justicia social, debe ser tratado como la más anti-social y nefasta de todas las pasiones.

No es envidia.

La desigualdad social está ligada a las clases y grupos sociales que luchan por la distribución de la riqueza.

Las luchas sindicales por la distribución o ambientales, de género, por la inclusión se encuentran con límites a la redistribución más justa en la región: la matriz de apropiación de la tierra, la acumulación de capital, prestigio, oportunidades.

Concentración espacial y puestos de trabajo en las actividades “modernas” o productivas versus actividades de baja productividad, baja calificación, con entradas y salidas, sin demasiada protección y regulación.

Interactúan con las más diversas discriminaciones: género, étnico, generacional, territorial, por mencionar algunas.

Los esfuerzos de los gobiernos de corte progresistas de nuestro continente encuentran allí el principal límite para transformar nuestras sociedades.

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