Victoria De Masi se crió en la ciudad de Río Grande, provincia de Tierra del Fuego. Sabe del viento y del frío, y también patinar sobre hielo. Pasó la adolescencia en Haedo, en el oeste del conurbano. De ese barrio recuerda con nitidez el perfume de los tilos y el pulso del tren. Ahora tiene 33 años y vive en San Cristóbal, Capital Federal.

Trabaja en el diario Clarín desde hace una década. Es la última incorporación en Revista Viva. El año pasado —2015— fue reconocida por la Escuela de Periodismo TEA en el rubro “Tarea Periodística en Diarios”. “Carlitos Way. Vida de Carlos Nair Menem” (Mirada Crónica, editorial Tusquets) es su primer libro.

Le gusta, sobre todo, la poesía. Lee la Biblia bastante seguido: dice que es el primer best seller de no ficción. Canta canciones de misa, sobre todo Getsemaní y Pescador de Hombres, porque está convencida de que son hits enormes (y porque el cancionero era la único que la animaba a ir a la misa, obligatoria en la escuela).

Hacía fanzines. Cree que el periodismo es un oficio noble, de overol. Viene de inviernos crudos pero prefiere el verano. Nunca escribió un cuento. No sabe correr ni dibujar. Tiene un título de profesora de danzas pero jamás dio clases ni las dará. Cultiva flores. Se desplaza en bicicleta. Metro y medio, cuarenta kilos, pelo corto, número 34 de calzado.