Gonzalo y Verónica Martínez son parte de un clan notable: talentoso y trabajador. El fundador, Tomas Eloy Martínez se exilió en Venezuela en los años 70. Y llevó a su familia con él. A su hijo Gonzalo, hoy reconocido fotógrafo, le tocó vivir en ese país de los 15 a los 30 años. Fue el que más se quedó allí: sus hermanos fueron volviendo a Argentina de a poco.
Gonzalo recuerda una adolescencia caótica, de pibe rebelde y también lo mejor que le pasó en aquella nación: tener a su hija Verónica. 
Ella también se dedica a la fotografía.
Hoy, en algunos trabajos, son un equipo.
En el año 2008, Verónica empezó a trabajar en el archivo fotográfico de su abuelo Tomás: veían juntos una serie y a partir de eso, él le contaba historias interesantísimas.
Gonzalo y Verónica son sistemáticos, obsesivos, pero no dejan de lado el capital de la sensibilidad a la hora de armar el archivo de la Fundación Tomás Eloy Martínez.
Recuperaron imágenes que se creían en el olvido. Hicieron del personaje público, talentoso, y exitoso, un ser palpable en su cotidianeidad.
Le regalaron su trabajo amoroso a los lectores, a todos los que sólo tuvimos acceso a la foto de solapa del escritor tan admirado. Armaron, Verónica y Gonzalo Martínez, las piezas preciosas del Tomás Eloy íntimo.
En la actualidad, lo más importante que le sucedió a Gonzalo es volver a ser papá. Esta vez, de la hermosa y dulce Frida.