Sebastián García Uldry, trabajaba en una financiera y estudiaba economía. Una tarde, después de una prueba inentendible de Álgebra, salió de la facultad y se sentó en uno de los bancos de la plaza Houssey. Tenía 20 años y tuvo que aceptar que nada de lo que hacía le gustaba. Dejó todo y se fue de mochilero al norte de Argentina y a Europa. Cuando volvió se anotó en psicología para entenderse a sí mismo. No lo logró.

Se recibió e hizo un posgrado de psicoanálisis en el Centro de Salud Mental F. Ameghino y entró en el Servicio de Adolescentes del Hospital Penna.

Hoy se especializa en autismo y psicosis infantil, atiende pacientes y coordina integraciones escolares y acompañamientos terapéuticos.

Su autor favorito es Freud, con él empezó a leer en serio. Su literatura quedó escondida detrás de su obra, piensa, pero también vale la pena leerlo en clave narrativa. La construcción que hace de sus textos es propia de un escritor. Más allá de la teoría y los conceptos, exprime el lenguaje hasta volverlo fluido y hermoso, dice Sebastián.

Atendió a su primer paciente una mañana de junio del 2006, dos horas antes de que Argentina jugara contra Serbia y Montenegro en el mundial de Alemania. La consulta fue difícil, él no tenía experiencia y estaba muy nervioso, pero le gustó tanto como aquel partido en el que Argentina ganó 6 a 0 y Messi metió su primer gol en un mundial.