Hace veinte años, los dibujos de Rodolfo Fucile eran frescos pero torpes. Luego, el estudio y el profesionalismo le dieron mayor solidez pero le quitaron la frescura inicial. En los últimos años, por práctica, por experimentos, las dos cualidades se empezaron a combinar.
De chico, la gente le decía: “¿No me hacés un dibujito? Si a vos no te cuesta nada”. Él cumplía con gusto. Hasta que un día pensó que de algo tenía que vivir y empezó a cobrarlos.
Colaboró con Clarín, La Nación, Caras y Caretas, Brando, First, Cinemanía, Roomin, La mujer de mi vida y Mavirock. Con editoriales y agencias de publicidad. Sin embargo, nunca queda conforme con sus dibujos.
Publicó los libros Artistas irrelevantes (2008), Vicios y virtudes del Carnicero (2010) y El Supervisor (2012). Guarda originales y blocs de bocetos como registro de su proceso creativo. Aclara: no como fetiche.