Pablo Figueiro tenía 15 años y ya sabía que quería estudiar Ciencias Políticas. Por aquel entonces buscaba libros por su cuenta y, con un grupito de amigos, se juntaban a leer a Marx, Althusser, Nietzsche, Bakunin y Proudhon. Su padre decidió alentar la extraña pasión del adolescente y le regaló "El Estado y la revolución", de Lenin, que Figueiro aún conserva en la casa familiar junto al “Contrato Social" de Rousseau. De éste último, le quedó grabada una frase: "los hombres nacen libres y por doquier se hallan encadenados". En la actualidad es Becario Doctoral del CONICET e Investigador tesista en el Centro de Estudios Sociales de la Economía (IDAES/UNSAM). Tiene una maestría en Sociología Económica, y publicó el libro “Las lógicas sociales del consumo. El gasto improductivo en un asentamiento bonaerense”, además de diversos artículos en revistas académicas, como “‘Clientes’ y ‘jugadores’: el fiado en una agencia de lotería”, entre muchos otros. En una época, tenía el dilema de si dedicarse a la sociología de la cultura o a la sociología económica. Se decidió por una especie de obligación moral: sabía más de economía. Por muchos años, dice, le hicieron creer que la economía era más importante que otras disciplinas. Ahora trabaja para deconstruir ese concepto