A los once o doce años, Manuel Crespo entendió que lo del fútbol no iba a caminar y decidió dedicarse a la escritura. Vivió la mitad de su vida en la localidad bonaerense de Chacabuco y eso se nota en algunos de sus cuentos de campo, de prosa poética y delicada. Creció en el campo, rodeado de animales: siempre tuvo cerca diez u once perros de distintos tamaños y pelajes. De la única forma que les decía era: “Juira, bicho”.

Su primera novela, Los hijos únicos, ganó el primer premio del concurso nacional “Laura Palmer no ha muerto”, organizado por Editorial Gárgola en 2010. Se tragó un vidrio, estuvo en coma un mes y, luego, escribió algunos cuentos sobre ese episodio. Ha publicado cuentos, reseñas y otros textos en las revistas La Mujer De Mi Vida,La Balandra, Otra Parte Semanal, Casquivana y Eñe (España).