Lucía Prieto es fotógrafa desde el momento en que clavó la mirada en su hija Zoe. Regalarle esas imágenes al olvido hubiese sido un delirio, dice. Tocó los botones de una cámara compacta que le habían regalado y así, autodidacta, comenzó a retratar.

Renunció a su antiguo trabajo e hizo de la fotografía un medio de subsistencia y de goce. Perdió estabilidad, ganó libertad y cambió su vida.

Antes de irse a dormir, piensa en fotos que le gustaría tomar y las suele olvidar al amanecer. Prefiere la compañía a la soledad, pero asegura que la cámara también es una buena compañera.

Su fuerte es la calle y, desde que participó de su primer Encuentro Nacional de Mujeres, pone el foco en el movimiento feminista. Además, publicó trabajos y realiza colaboraciones con distintos medios gráficos y digitales.