De un día para el otro, el padre de Katalina Vásquez Guzmán decidió dejar de ser vendedor y convertirse en locutor de radio. Decidió hacer una transmisión en vivo desde la terraza de un peligroso bar del barrio. Convocó a su socio y a los vecinos: el día de la transmisión, el lugar se llenó de señoras, bailaores salseros, niños comiendo helado, y con un solo micrófono tres periodistas conversaron sobre el barrio y le dieron la palabra a la gente a lo largo de una tarde soleada y fresca. En las pausas pasaban salsa y se bailaba Panañema de Lavoe. Katalina también habló: respondió preguntas y charló con los conductores. Una semana más tarde, en ese lugar mataron a un hombre. Cuando padre e hija llegaron el lugar ya estaba acordonado. El hombre dijo: soy periodista. Pase, respondió el policía, pero la niña se queda. El padre respondió: ella también es periodista.
Años más tarde, Katalina se recibió en la Facultad de Antioquia. Hizo una diplomatura en crímenes de lesa humanidad y ciencias auxiliares de la justicia y una especialización en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
Hizo talleres de crónica y trabajó en radio, prensa gráfica y televisión. Hace poco viajó a Cuba como productora (y sonidista y asistente) de un documental sobre los 50 años del conflicto y las guerrillas colombianas, en medio del proceso de paz, con Al Jazeera English.
Ganó dos becas de Creación Alcaldía de Medellín y el premio Relatos de Mujeres Constructoras de Paz, Corporación Humanas. Desde 2007, colabora como corresponsal de Página 12 en Colombia.
Antes de dormir, si no está con su hija, piensa en si la niña se irá a acostar con los dientes bien cepillados.