No se sabe cuántos litros de vino tomó Fernando cuando vivía en Argentina. Tampoco hay registro de los kilos de asado que hizo abajo de la parra en la casita que alquilaba en el barrio Santa Ana.

Amante de los perros y de las mujeres, la dueña de su vida fue Violeta; en su nombre va esta nota. Una madrugada de verano y especias subió a seis amigos a su 404 negro. Tenía el trabavolante puesto pero aún así metió varios cambios. Mordió el cordón y terminó arriba de la rambla de la circunvalación, muerto de risa. 

Es periodista y escribe poesía, cuentos y cartas, que se pueden leer en fundadoenlatormenta.blogspot.com Hace varios años que vive en Cuba. Se fue a enamorar gente morena y a hacer lo mismo que acá, pero con con toques de sabrosura.