Elsa Drucaroff jamás se arrepiente de haber leído algo: no solo por el argumento de que se aprende de errores ajenos sino por algo mucho más interesante: ¿Cuántas malas y reiterativas obras policiales leyó Borges para escribir “La muerte y la brújula”, o para crear con Bioy Casares los cuentos de Isidro Parodi? La literatura mala o la buena alimentan la creación, se necesita una base de mucha literatura mediocre para que surja lo descollante, piensa Elsa.
A los 5 años, su papá le leía cuentos: ahí ella supo que iba a ser lectora. A los 7, escribió un cuentito que rimaba y tenía forma de poema. Supo, quería ser escritora.
El 90% de las veces piensa que prefiere escribir ficción, pero de pronto está escribiendo un ensayo o un trabajo crítico y le agarra una euforia desenfrenada y se dice: “esto me gusta, esto también me gusta mucho”.
Doctora en Ciencias Sociales y profesora de Castellano, Literatura y Latín, investiga y enseña en Filosofía y Letras. Dio cursos y conferencias en universidades de América Latina, Europa y Estados Unidos. Publicó las novelas “La patria de las mujeres”, “Conspiración contra Güemes”, “El infierno prometido”, “El último caso de Rodolfo Walsh”. También ha publicado numerosos ensayos de crítica literaria y relatos de ficción.
Este año Edhasa publicará su tesis doctoral, el ensayo “Otro logos. Signos, política, discursos”.
En este momento trabaja en el artículo sobre narradores argentinos de las últimas generaciones para el último volumen de la mítica “Historia Crítica de la Literatura Argentina”, dirigido por Jorge Monteleone. La colección tiene 12 volúmenes, y se publica por EMECE.
Recomienda la novela “La piel fría”, del catalán Albert Sánchez Piñol por muchos motivos. Y dice que, cuando se publicó en Argentina, hace unos años, no tuvo la repercusión que se merecía.