Por cábala, los días que juega Peñarol César Bianchi desayuna el café con leche en una taza amarilla y negra, los colores de su club. Y pone música de Led Zeppelin, los Stones o Elvis. Soñó de niño con jugar en el Carbonero. No se le dio, y cobró venganza de grande: en 2011 publicó A lo Peñarol: la pasión nunca pierde (Random House Mondadori).
Nació en 1977 en Rivera, al norte de Uruguay, frontera con Brasil, pero se crió en Atlántida, un balneario de clase media a 45 kilómetros de Montevideo. Allí hizo la escuela y el liceo. Todos los fines de semana viaja al pueblo a visitar a sus padres y a sus mejores amigos.
Frustrado el camino del fútbol, se le dio por el periodismo. Trabajó diez años en el diario El País. Al mismo tiempo publicó en revistas de Uruguay, Argentina, Chile, Colombia y México. En 2007 obtuvo el cuarto premio en el certamen América Latina y los objetivos de desarrollo del nuevo milenio, organizado por PNUD y la agencia IPS, con una crónica sobre una escuela pública con alumnos en situación de calle. En 2010 fue finalista del premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano con un perfil de José Mujica publicado en Gatopardo.
De a poco se fue metiendo en la televisión. Empezó como productor y ahora co-conduce Santo y Seña, un programa periodístico en Monte Carlo TV. Los alumnos de la Universidad ORT, donde dicta clases de Periodismo, cuchichean al verlo pasar. Su cara es una cara conocida. Al principio le fastidiaba el elogio. ¿Por qué ahora, cuando ya hace 15 años que hago periodismo?, se preguntaba. Dice que ya aprendió a convivir con la adulación y la crítica fácil.
En su primer libro, Mujere$ Bonita$ (Mondadori), contó las historias de 14 de prostitutas uruguayas. Pero su verdadero fanatismo es por otra mujer: Marilyn Monroe. Bianchi sabe todo de la vida de Marilyn y colecciona cualquier objeto que tenga la figura de la rubia fatal.