Es de Todd, y no se sabe si es toddeño o toddense, porque el gentilicio de este pueblo ubicado al norte de la provincia de Buenos Aires es aún un tema de debate entre sus habitantes. Alejandro se enfila entre quienes eligen la primera variante, por considerarla más cercana al otoño que la segunda posibilidad, mucho más fosforescente y plastificada. Cuando tenía unos once años, su abuela Josefa le regaló la palabra “chispear” y la señorita Tati (Carmen Navarro) una o dos etimologías; desde ese momento, Alejandro supo que se dedicaría a escribir. Por lo demás, las revistas Anteojito y un libro de los Hermanos Grimm fueron los talismanes que su madre (Olga) tuvo a bien poner para siempre en sus manos.
En 2010 publicó el libro de poesía Entre gallos y cuervos, por intermedio de la editorial Press Scripta, dirigida por David Fuks y Sofía Leikin, duendes bienhechores nacidos en tiempos de los dragones. En 2017 su libro Los silbidos que afilaron las piedras obtuvo, en el género poesía, el primer premio del Concurso Nacional de poesía y cuento Adolfo Bioy Casares, organizado por la Secretaría de Cultura de Las Flores (al año siguiente, por intermedio de ese certamen, el poemario fue editado). En 2021 su propuesta La flecha ya está en el aire (ensayos sobre Yupanqui) resultó finalista del concurso Todos los tiempos el tiempo, llevado a cabo por Fundación Proa, Fundación Bunge y Born y La Nación.
Cree, como el poeta Jorge Boccanera, que la poesía se come cruda, y ama una cita bíblica: “Da cobijo a los extraños, algunos sin saberlo hospedaron ángeles”. Además de poemas escribe ensayos y letras de canciones. Es profesor en Letras y su tesis de posgrado estudia la obra de Atahualpa Yupanqui. Desde hace un tiempo vive en Pergamino, y el acontecimiento esencial de su vida es su hija Sofía (la de los ojos bolillones y termales), cuya dupla con su madre ( Luciana) es la más fabulosa que Alejandro haya visto alguna vez.